De hecho, es lo que se ha hecho en ese pueblito desde antes de tener noticias históricas, allá por el S.XII. En aquel tiempo ya existía la llamada Casa Hospital, habitada hoy por un holandés de unos 2 mt de alto. Por lo visto había una ruta desde Francia, pasando por Benàs y el GR que pasa por Aguinaliu hacia Monzón ya que por Navarra hacían pagar más para ir a Santiago de Compostela... Bueno, vale, que si me enrollo con la historia me olvido del tema.
La super-especialización moderna es muy eficaz y poderosa para unas cosas, pero tiene una contrapartida negativa que nos convierte en deformes profesionales, piezas de una máquina, mercancía en manos de los bancos, votos para los políticos, pacientes pasivos para los médicos, devotos para los curas, etc. Lo que sale fastidiado de todo esto es nuestra naturaleza (nuestro cuerpo) y nuestro medio ambiente.
El caso es que vivimos la mayoría de nuestra vida de 2ª mano, obedeciendo normas prestadas o molestos y cansados de ocuparnos en discernir y debatir si esa norma o aquella es justa o no, equilibrada o no.
La vida del ego no para de cambiar a cada instante en este mundo aéreo. Venimos de un mundo acuático, en el vientre materno, pasamos por el mundo aéreo terráqueo y cuando morimos... Cuando morimos qué?
El asunto de este texto sobre el proyecto Aguinaliu incide sobre este asunto. Es de suponer que en un Eco-pueblo, pueblo Macrobiótico, de Desarrollo Sostenible, o como lo queramos llamar, se ha de poder nacer y la gente morirá en algún momento, como todos los demás.
Más o menos, ya se controla o hay conciencia de controlar macrobióticamente la concepción, el embarazo, el parto natural y la crianza. Que luego hay quien controle más o menos ya es otro asunto. Desde luego, es un asunto importante para un proyecto como el de Aguinaliu.
El otro asunto es el control de la muerte y después.
A la hora de la muerte no hay muchos sacerdotes, chamanes, lamas, etc., macrobióticos o entrenados para una espiritualidad global. Aunque la macrobiótica se nutra originalmente o filosóficamente del budismo y el taoísmo, a la hora de la muerte, muchos macrobióticos tiran de la tradición de familia.
No hay chamanes o sacerdotes ni forma macrobiótica de funerales. El proyecto Aguinaliu tiene vocación de vivir de primera mano todo. La muerte también. La autosuficiencia local con conciencia global, creando soluciones para el mundo desde un pequeño lugar, ha de integrar también la inevitable muerte.
Lo recuerdo porque los que se interesan en una ecoaldea, vivir de otro modo, etc., han de pensar en que es un proyecto de vivir de otro modo...
Y morir de otro modo.
¿Cómo?
Eso es algo privado para los que vivan el Proyecto Aguinaliu hasta la muerte y más allá de la muerte. Para vivirlo más allá de simpatizar.
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