viernes, 31 de enero de 2014

ESPIRITUALIDAD CORPORALISTICA

A todos nos sobran cosas que ocupan sitio de modo inútil, aunque tengan un valor,  y nos faltan otras cosas que muchas veces no tienen valor aunque sean esenciales.

La medicina oriental ve la cuestión de la salud como un desequilibrio de energías, incluyendo acumulaciones o excesos, por un lado, y vacíos o carencias por otro lado. Si no fluye bien la energía y la materia (sistema circulatorio, digestivo, respiratorio y linfático), de modo que se nutra de modo equilibrado a todos los órganos, vísceras y células de nuestro cuerpo, se producen los síntomas molestos o dolorosos y con el tiempo las enfermedades degenerativas o decrepitud de nuestra salud física, mental y espiritual.

Las cosas materiales son un tipo de energía concentrada y crean problemas si no fluyen bien. Si se acumulan sin utilidad, necesitan mucha energía de almacenar, limpiar, mover de un lado a otro de modo inútil, contribuye a cansar y a la decrepitud. Un exceso crea una carencia. Es una de las paradojas de la vida. La carencia que se crea es de tiempo interesante a favor de tiempo estresante, de energía para ser un/a buen amante a favor de una actitud defensiva, de  sentirse creativo, joven y fresco a favor de especular y sentirse pesado y sucio.

Dar una salida y utilidad a nuestros excesos materiales, tanto nuestra grasa corporal como muebles, ropa o cualquier objeto estancado, deja espacio vacío que posibilita que entren otras cosas de las que somos deficitarios, aunque sea un mero vacío que en vez de miedo da sensación de libertad, mejor todavía, satisfacción de que algo que teníamos estancado esté circulando y sea de beneficio a la sociedad.

En el caso de nuestro cuerpo, mente y espíritu, si nos libramos de estancamientos de grasa física, el cuerpo necesita menos energía para funcionar bien, la mente está más clara y el espíritu más ligero y libre para crear y aventurarse en vivir.

En el caso de nuestras cosas materiales, conocimientos, habilidades y recursos personales de cualquier clase pasa algo similar. En un marco económico convencional se convierten con facilidad en una mercancía más del mercado. A veces muy valoradas y otras como una carga pesada.

Nadie desea la decrepitud y para ello hace falta cultivar un tipo de generosidad sabia. Dar, pero no a cualquier proyecto sin sentido o fácilmente corrompible.

Para nosotros, el PROA es un marco idóneo de dar sabiamente. Se busca disponer de todo sin necesidad de ser propietario exclusivo de nada... Que fluya bien la energía. Que la energía esté lo más equilibrada posible. Un equilibrio entre tres factores fundamentales para que una vida humana se pueda llamar Vida, con mayúscula. Saber-Poder-Querer, Salud-Dinero-Amor... Un exceso exagerado de cualquiera de las patas hace que la mesa este torcida y no sea útil como mesa pues se caerá el vino de los vasos.

Los que estamos ocupados en dar vida al PROA, no estamos más atormentados, ni más cansados, ni más estresados, ni mustios que hace unos años, cuando lo iniciamos. Tampoco nos sentimos más pobres aunque sigamos con escasez de dinero de papel. Al activar lo que sabemos hacer, lo que tenemos, etc. resulta que necesitamos menos efectivo y por lo tanto somos menos pobres que antes y un poco más ricos. Necesitamos menos dinero para cuidar o mantener nuestra salud pues la actividad nos va fortaleciendo y haciendo que circule bien nuestra sangre y nuestra creatividad. Necesitamos menos recursos consumistas para divertirnos o entretenernos en bares o comprando distracciones para no enterarnos de nuestro estrés. Necesitamos menos dinero para mantener una oficina exclusiva y los gastos que conlleva pues hemos ido aprendiendo a respetarnos y ocuparnos en equipo de cosas que piden cooperación. Eso da satisfacción, baja el estrés y hace crecer la diversión ocupándonos del proyecto en vez de otras diversiones compradas e inútiles o nocivas.

Todo lleva su ritmo natural, sus tiempos y procesos. Estáis todos invitados en participar, en mover lo estancado en un hermoso proyecto sostenible, tanto en Aguinaliu como en todo nuestro planeta.

 

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