martes, 25 de octubre de 2011

EL VALOR DE UN SITIO MACROBIOTICO DE RETIROS Y CONVIVENCIA

PROYECTO AGUINALIU-PROA
Ayer visitaron el PROA  unos amigos de la familia macrobiótica, Dani y Joana, de la escuela Esmaca. 
Del feliz encuentro de macrobióticos y la proyección de próximas actividades, sale el impulso del discurso de hoy. 
A ver si es de utilidad.

 
Para la salud y libertad personal, además de comer bien, son incluso más importantes y poderosas las compañías, el entorno social inmediato.
En la sociedad moderna, se delega la salud a los médicos, hospitales y farmacias y la libertad al hecho de poder consumir una cosa u otra. Consumir, a fin de cuentas, sean objetos físicos o mentales.
En la sociedad dominante, lo de ayudar a los demás o hacer un mundo mejor, pasa por ser obediente al poder económico, a los mercados; a través de todos sus instrumentos… política, religión, sistema educativo y propagandístico, sistema sanitario, ejército y policía, sistema judicial… Prácticamente, todo el sistema es un mercado y está montado para “subyugar la naturaleza”, siendo obediente a unas escrituras que se han llegado a hacer “dogma de fe”, a base de siglos de sangre y fuego.
Las culturas orientales y la macrobiótica no tratan de subyugar nada, en todo caso, al odio, la ignorancia y la imagen miserable y negativa que gran parte de la población tiene de si misma y de la vida. Imagen negativa, como si ser un humano fuera un error de la naturaleza. Como si los humanos fueran intrínsecamente destructivos. Muy al contrario de la visión oriental o cristiana (no judeo-cristiana), que considera a un humano como un ser de luz.
Lo “malo” o lo destructivo, son los engaños, el odio, el apego y visiones negativas de la existencia. Como unas películas que pasan por delante de la luz y proyectan una realidad o subjetividad ilusoria y cambiante, ya sea una realidad subjetiva agradable o sea terrorífica. La programación del ego, a fin de cuentas.

La libertad de la que hablo no es la de poder comprar o consumir un objeto u otro, creerse unas cosas u otras, opinar una cosa u otra, votar a un partido u otro. Esa es una libertad condicionada por nuestra programación.
Es evidente que no han parado de crecer aceleradamente todo tipo de síntomas negativos, a pesar de los asombrosos avances tecnológicos. Crecen aceleradamente todo tipo de síntomas enfermizos físicos, metales, emocionales y espirituales, crece la criminalidad, la corrupción, conflictos, competencia egoísta… Quien paga todo esto es el medio ambiente y nuestra salud, pues nuestro cuerpo también es naturaleza y funciona con los elementos… agua, aire, fuego… No solo nuestro cuerpo, también nuestra mente, emociones y espíritu. Nada de nada deja de estar sujeto a las Leyes Naturales u Orden del Universo. Nuestras acciones, sean hacer con el cuerpo, pensar, comer, respirar, movernos o dejar de hacer... Todo absolutamente tiene efectos y consecuencias.

Acercarnos a la naturaleza, a sus ritmos y tiempos, es de gran ayuda para acercarnos a nuestra propia naturaleza humana, para vernos a nosotros mismos. Luego, tras vernos, viene lo de comprendernos, con ayuda de la sabiduría del Orden del Universo que se expresa en la macrobiótica y también de otras formas, en otras escuelas.
Sin “vernos”, en silencio y con un espíritu compasivo de ayudar al mundo, empezando por uno mismo, sin ese “vernos”, no es posible comprender nada de nada, ni es posible ir más allá de nuestra programación y así poder ver que conviene y elegimos cambiar o potenciar de nuestra programación para ser unos hacedores  positivos, en vez de unos esclavos o mercenarios autómatas del sistema, llevados por su programación compulsiva, como hoja llevada por el viento, que igual aparca en sitio tranquilo o se ve en un torbellino sin elección.

Irnos a la naturaleza en solitario puede ser de ayuda momentáneamente, pero no es suficiente para proyectar y crear otra realidad pues al volver a lo de siempre todo vuelve a seguir la misma inercia, por mucho que nos hayamos comprendido y mejorado por un tiempo. Comprendiendo que nuestro propio ego se programa para adaptarse al entorno medioambiental y social y que este entorno nos enferma y esclaviza a todos en mayor o menor medida, desearemos cambiar el entorno, por otro que nos ayude a programarnos  para vivir con paz, salud y satisfacción y ser de ayuda para un mundo que tienda a ser cada vez más libre de violencia medioambiental, social, familiar e individual-autodestructiva.

El PROA se ha iniciado para eso, por eso no se plantea como un negocio turístico macrobiótico, como un parque temático más para ver qué hay de agradable para consumir, hacer la foto, y acumular en el disco duro de experiencias superficiales, como el que acumula películas o música en su PC.
El PROA se plantea como asociación o sociedad en el que cada cual viene a ocuparse de si mismo en compañía, a aprender y enseñar, a participar en una reprogramación colectiva que ha de tener continuidad en las próximas generaciones y participar ahora en un mundo global desde un sitio de concentración.

El PROA no puede existir ni funcionar sin socios, socios ocupados en la empresa de mejorarse a si mismos a base de participar y ayudar al colectivo o familia de asociados en un empeño común. Hacer un pequeño pueblo piloto de cómo soñamos la vida en este planeta. Ya hay varios proyectos en diversas partes del mundo con la misma intención con los que podemos colaborar a escala global.
Si lo hacemos en pequeñito, será el éxito de un grupo de humanos y se irá extendiendo a  todo el planeta.

¡Hagámoslo! La vida se pasa rápido y la creatividad positiva es lo que más llena.

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